La hora de la verdad
El Govern debe ir hasta el final. Buscar una alternativa, como en el 2014, sería un fraude
Por Esther Vivas
'Habemus referendum'. Tras cinco años de movimiento independentista y tres desde que se hizo el 9-N, ahora sí se ha puesto toda la carne en el asador para que el 1 de octubre se pueda votar. La argumentación y la contrargumentación sin fin este miércoles en el Parlament, al más puro estilo filibusterista, son la mejor imagen de la desesperación de algunos para evitar lo que ya es inevitable. Nadie sabe si el referéndum se llegará a hacer o si la maquinaria represiva que se desencadenará podrá detenerlo. Lo que es seguro es que vamos hacia una colisión institucional y política inédita.
El procedimiento, con todos sus entresijos legales y jurídicos, ha sido el centro del debate parlamentario. Es cierto. El método no ha sido el deseable, pero seguramente era el único para que la mayoría parlamentaria comprometida con el referéndum lo pudiera llevar a cabo. Las piruetas efectuadas para convocarlo obedecen solo a un motivo: la actitud autoritaria del Gobierno de Mariano Rajoy y el aparato del Estado, que niegan una demanda democrática elemental. Lo mejor hubiese sido un referéndum legal y acordado. El Gobierno del Estado no lo ha querido así. Las críticas al procedimiento suenan a excusas.