Barcelona, epicentro del cambio
Esther Vivas*
Ese “sí se puede” que durante meses retumbo en plazas y calles después de una imborrable Primavera Indignada del 2011 llega ahora como un terremoto a las instituciones, algo inimaginable entonces. La victoria de Barcelona en Comú en Barcelona, con Ada Colau al frente, ha hecho saltar por los aires el tablero político.
Si durante largo tiempo tuvimos que oír a tertulianos de distinta índole acusar al 15M de radical, antisistema y “perrofláutico”, diciendo aquello de que “si queréis hacer política formad un partido”, como si la política se limitara a hacer política partidista, sin entender o no querer entender absolutamente nada de lo que significó ese “levantamiento popular” indignado; ahora, las peores pesadillas del establishment se han hecho realidad. El discurso contrahegemónico levantado en aquel momento en múltiples plazas, capaz de dibujar un nuevo imaginario colectivo, que mostró sin rodeos el vínculo entre crisis económica y secuestro político y que conectó, como nunca antes, con una mayoría social golpeada por tres largos años de recortes asalta hoy las instituciones, desbordando los límites de lo posible que nos habían impuesto.